El niño, hasta los siete años, es una máquina de procesar sensaciones. Esto significa que siente cosas y obtiene su significado a través de las sensaciones. La respuesta adaptativa es más que nada muscular. A medida que el niño crece el desarrollo sensorio-motor va siendo reemplazado por respuestas sociales y mentales. Sin embrago, estas últimas están basadas en el proceso sensorio-motor.

Nuestras sensaciones nos dan información acerca de las condiciones físicas de nuestro cuerpo y del medio ambiente. Todo nuestro cuerpo capta estas sensaciones, que el cerebro debe ordenar. La integración sensorial es un proceso inconsciente del cerebro; organiza la información detectada por nuestros sentidos; le da sentido a la experiencia al elegir en qué sentido enfocarse; nos permite actuar o responder de una manera adecuada (respuesta adaptativa); es la base para el aprendizaje académico y el comportamiento social. Es decir, la integración sensorial es la organización de las sensaciones para su uso.

En el trastorno en el procesamiento sensorial (TPS), también llamado disfunción de la integración sensorial (DIS), el sistema nervioso central (SNC) no es capaz de interpretar y organizar adecuadamente las informaciones captadas por los diversos órganos sensoriales del cuerpo. Tampoco puede analizar y utilizar dicha información adecuadamente para entrar en contacto con el ambiente y responder eficazmente a los múltiples estímulos del entorno.

Cada individuo debe interpretar adecuadamente la información sensorial que le llega al SNC, tanto del entorno como del propio cuerpo, para planificar acciones adaptadas a las exigencias del ambiente. Aunque la Teoría de la integración sensorial tiene en cuenta todos los sistemas sensoriales, se centra especialmente en tres: el sistema táctil, el sistema propioceptivo y el sistema vestibular. 


El sistema táctil es reconocido como parte del sistema somatoensorial. Es uno de los sistemas sensoriales que se desarrolla primero y el más desarrollado al momento del nacimiento. El adecuado desarrollo del mismo es fundamental para la óptima adquisición del tacto discriminatorio y esquema corporal.


El sistema propioceptivo está compuesto por una serie de receptores nerviosos que están en los músculos, articulaciones y ligamentos.Se encargan de detectar el grado de tensión y estiramiento muscular y mandan esta información a la médula y al cerebro para que la procese. El cerebro procesa esta información que es la que nos permite tener la destreza y coordinación motora para realizar los movimientos adecuados. 


El sistema vestibular forma parte de un sistema multimodal que coordina la información recibida de varios sistemas sensoriales. Proporciona la información que el sistema nervioso central requiere para determinar la posición de la cabeza, así como la velocidad y dirección de los movimientos a los que es sometida, es el sistema que nos enseña a mantener el equilibrio y a regular nuestra postura. Esta información es integrada a nivel central, donde aunada con aquella propioceptiva y visual, permiten establecer esquemas de la posición y la dinámica de los desplazamientos del organismo. Este proceso complejo depende, por tanto, del entorno visual y del control de la posición de los ojos, por una parte y, por otra, de la información que se deriva de los sistemas somatosensorial y vestibular.


El niño con hipersensibilidad táctil se encuentra frecuentemente en un estado de alerta elevado, lo cual es absolutamente incompatible con la concentración y el aprendizaje. Hay niños que pueden ser muy selectivos con la comida. También se puede dar el caso de que un niño sea hiporesponsivo al tacto. En este caso las manifestaciones serán muy diferentes. Es probable que dicho niño posea un estado de alerta más bien bajo. Puede ser poco sensible al dolor. Probablemente sea torpe en las actividades de motricidad fina. 


Se da frecuentemente el caso de que el niño que es hipo-responsivo al tacto también es hipo-responsivo al estímulo propioceptivo. Recordemos que la propiocepción nos permite percibir los movimientos de las articulaciones y de todo el cuerpo, la posición de éste o de sus partes, la velocidad y la dirección del movimiento y percibir la fuerza generada por nuestros músculos. El niño con problemas en el procesamiento de las sensaciones propioceptivas mostrará poca fluidez en sus movimientos, debido a la escasa percepción que tiene de su propio cuerpo. Es posible que aplique sobre los objetos una fuerza inapropiada, bien excesiva o bien insuficiente. Alcanzará las etapas del desarrollo en los límites extremos de la normalidad. Tardará mucho tiempo en aprender a vestirse y a comer solo. Asimismo, tardará en aprender, si finalmente es capaz, habilidades motoras no programadas, como andar en bicicleta, nadar o jugar al fútbol.


Algunos niños son hipersensibles al estímulo vestibular y reaccionan de manera exagerada al movimiento y a cualquier desplazamiento de su eje corporal fuera de la verticalidad. Estos niños son excesivamente cautos y frecuentemente llamará la atención su falta de exploración del ambiente. Pueden mostrar auténtico pavor a los típicos juegos de parque, como son los toboganes y los columpios. Preferirán los juegos tranquilos y sedentarios. En las escaleras se agarrarán a la barandilla de modo excesivo. Al igual que el niño que es hipersensible al tacto, el niño hipersensible al estímulo vestibular se halla a menudo en un estado de alerta elevado. Sus relaciones sociales pueden verse afectadas por ese constante estado de tensión en el cual se encuentra. También se  mantendrá al margen de actividades que para la mayoría de niños resultan gratificantes, como saltar, trepar, etc., y, por tanto, se verá privado de beneficiosos estímulos sensoriales y de los habituales contactos sociales entre los niños. 


La dificultad para regular el nivel de actividad y los problemas para mantener la atención son frecuentes en los niños que son hipo-responsivos al estímulo vestibular. El órgano receptor del sistema vestibular, situado en el oído interno, posee extensas conexiones con muchas áreas del SNC. Desempeña un papel importante, junto con los sistemas visual y propioceptivo, en la conciencia subjetiva de la posición del cuerpo y del movimiento, en el tono postural y el equilibrio y en la estabilización de los ojos durante los movimientos de la cabeza. Igualmente influye sobre la coordinación bilateral y la habilidad de proyectar secuencias de movimientos. El estimulo vestibular también tiene potentes efectos sobre el estado de alerta. Los niños que necesitan grandes cantidades de estimulo vestibular también lo buscan activamente. Es probable que lo busquen trepando hasta lo alto de los muebles, haciendo acrobacias peligrosas, corriendo sin parar, aprovechando cada segundo en el parque infantil para columpiarse, buscando las diversiones de más movimiento en los parques de atracciones, etc. 


Algunos niños fluctúan en sus respuestas a los diferentes estímulos sensoriales. Es decir que en algunos momentos pueden parecer hipo-responsivos y en otros parecer hiper-responsivos. También es común que exista una clara diferencia en la conducta según el ambiente o las situaciones. Igualmente cabe destacar que las conductas de auto-estimulación (mecerse, meterse cosas en las boca, etc.) y de auto-agresión (morderse, pegarse, darse cabezazos, etc.) son frecuentemente un claro signo de un problema en el procesamiento sensorial. 


A continuación se enumeran síntomas de un DIS. No es necesario que un niño reúna todos los síntomas para que se sospeche de la existencia de un DIS. Si se observan 2 ó 3 de los signos abajo mencionados, y además el niño presenta dificultades en la conducta, la atención, el aprendizaje o la coordinación motora, es aconsejable remitirlo a un terapeuta ocupacional especializado en la detección y evaluación de trastornos sensoriales.

  • Las actividades cotidianas no las pueden llevar a cabo con normalidad (higiene personal, alimentación, juego,tareas escolares).
  • Llora mucho, se le considera irritable.
  • Duerme mal: tiene dificultad para quedarse dormido o mantener el sueño conciliado.
  • Come mal: rechaza texturas, sabores u olores.
  • Rechaza ciertos cuidados de higiene: lavar la cabeza,limpiar oídos, cortar el pelo, cepillar los dientes o cortar las uñas.
  • Muestra fuertes preferencias por ciertas prendas de vestir, le molestan los zapatos, se queja de arrugas en los calcetines, rechaza que se le ponga un sombrero.
  • Rechaza tocar ciertos materiales como la arena, la pintura con los dedos y la plastilina.
  • No parece darse cuenta de que está sucio y lo toca todo.
  • Le gustan de manera excesiva los juegos de dar vueltas, los columpios y los parques de atracciones. No parece marearse nunca.
  • Evita todo tipo de movimiento brusco, se mantiene al margen de los columpios y los parques de atracciones.
  • Parece más blando que otros niños; si lo cogemos para levantarlo, lo sentimos como un peso muerto.
  • Se cansa rápidamente en las actividades físicas.
  • Parece más torpe que los niños de su edad.
  • Posee baja auto-estima y tiene pocos amigos.

Una dieta sensorial es simplemente una variedad de experiencias sensoriales diseñadas para ayudar al niño con DIS a interpretar el ambiente. Puede ser rica en experiencias táctiles, así como también poseer determinados juegos físicos diseñados para aumentar la estimulación vestibular. Un niño hipo-responsivo puede necesitar ciertas estimulaciones, aún cuando sabe que no debería hacerlo. Un niño hiper-responsivo puede restringirse en exceso. 

Fuentes

Ayres, Jean. Sensory integration and the child
Arnwine, Bonnie. Starting sensory integration therapy
Bellefeuille, Beaudry.  Un trastorno en el procesamiento sensorial es frecuentemente la causa de problemas de aprendizaje, conducta y coordinación motriz en niños

Foto: https://yourkidstable.com/sensory-integration-therapy/