Mi nombre es Cloé, tengo 17 años y soy hermana de Ramiro. Rami tiene 15 años y está en su plena adolescencia, con todas las cosas lindas y feas que eso conlleva. Todos tenemos en claro lo difícil que es la etapa de la adolescencia, donde la realidad se vuelve tan confusa y millones de sensaciones dan vueltas por nuestra cabeza. Si ya es difícil de por sí, no quiero imaginarme lo que será para Rami o para cualquier chico con autismo atravesar esos momentos de cambio; y claro, para la familia también es un camino tedioso.

Todas las etapas atravesadas con Rami tuvieron sus momentos brillantes, donde todo parecía ir perfecto y también momentos de crisis, donde no se sabe para dónde tirar. La realidad es que esto pasa con todas las personas, con todos los hijos y hermanos, solo que en el caso de Rami se necesita más paciencia y apoyo para afrontarlo.

Cuando tenía dos años, me llego la hermosa noticia (o no tan hermosa, ya que de chica solía ser bastante celosa) de que iba a tener un hermanito. Ramiro nació el 24 de noviembre de 2003, un bebe tan chiquito y con tantas complicaciones pero que había llegado para enseñarnos muchas cosas. Al principio no entendía porque a Ramiro le dedicaban tanto tiempo, y siempre estaban atrás de él, y siempre lloraba. Cuando fui creciendo, aprendí a ver a mi hermano de otra manera, entendía que él tenía otras capacidades y me daba cuenta que era distinto a mí o a otros chicos de su edad.

Siempre me despertó, y me despierta hoy en día, una inmensa curiosidad. En su sencillez, en su alegría constante, en sus ganas por querer salir adelante, en su amor incondicional, en sus risas genuinas. Si hay algo que me sorprende de mi hermano en particular y de los chicos con autismo en general, es su capacidad de disfrutar cada momento como si fuera único, por más sencillo que parezca. No conozco una persona más buena y pura que mi hermano, sin dudas, va a ser mi mejor compañero de ruta. Me gusta aceptarlo como es, con sus enojos cuando la música de spotify se cambia sin querer, cuando no me deja hacer sobre mesa porque levanta todos los platos en un instante y también cuando me muerde fuerte la cabeza para demostrarme su cariño con esos besos raros que tiene.

Ya hable del presente y también del pasado, por lo que me quedaría el futuro. Imaginarse el futuro propio es algo de todos los días, o por lo menos para mí. Soñar con recibirme y trabajar de lo que me gusta, formar una familia, viajar por el mundo, etc. Pero cuando pienso en mi hermano, vuelve la incertidumbre: qué va a ser de él, con quien va a vivir, estará contento con lo que haga. Como para finalizar, si tuviera que pedir un deseo, sería una vida independiente para mi hermano, dentro de sus limitaciones, pero que el también tenga derecho a ser lo que él quiera ser. Y por supuesto, nuestras manos siempre juntas para acompañarnos mutuamente en el camino.

CLOE FORNASIER