Un niño que no avanza a la par que otros niños de su edad….
Un pediatra que en reiteradas consultas repite: “no pasa nada”… los varones son lentos, no repara en la angustia mirando a sus padres….
Un niño parado en el patio de un jardín de infantes sin libreto, lo observan … no tiene herramientas
La escuela que ve a este alumno “fuera de lo común” y como única opción posible convoca a los padres: busquen otra escuela …”no estamos preparados para el”….
Y así el tiempo pasa y llega la adolescencia: esa joven, ese adolescente siente que no encaja y busca la manera una y otra vez de hacerlo, tantas veces infructuosamente.
Algunas de esas dificultades son claramente visibles, pero…. el entorno social parece no verlas, y así llega a Adulto, luego de tantas batallas consigo mismo y con su entorno.
Estos Adultos son el lamentable y malicioso resultado del “diagnóstico tardío”, de los médicos, psicólogos y demás especialistas, maestras, directoras, profesores y de la mayoría de toda la “literatura científica” de los afamados y reconocidos especialistas que sólo lo ven al “Autismo Infantil”, de terapias infructuosas, de algunos experimentos, del tiempo perdido en extensos y agotadores trámites burocráticos, papeles, certificados, evaluaciones, toda una generación donde las intervenciones sólo hicieron foco y se concentraron en el “Aquí y Ahora” el futuro estaba tan lejano, tan incierto, sin registro, pero HOY… está aquí.
No debemos perder en nuestra ardua tarea de “permanente vigilancia” la preparación, las intervenciones, el diseño de programas de autovalimiento, entrenamientos en vivienda asistida, hacer todo lo posible para que ganen confianza en sí mismos, desplegar sus talentos, en la medida y posibilidades de cada uno, vivir una Adultez respetando sus intereses, conquistas, gustos, singularidades y su derecho inclaudicable de ser felices.
Luis Casanellas