La base de conocimientos sobre la evaluación temprana se está expandiendo rápidamente. Este punto no es sorprendente teniendo en cuenta que la identificación temprana del autismo resulta en una mejora de los síntomas centrales del trastorno, y en una reducción de los comportamientos desafiantes, y mejores avances en los hitos del desarrollo. El consenso es que estos síntomas están presentes en algún grado desde el nacimiento y, dentro del primer año, los padres observan que algo está mal. Cabe destacar que los pediatras en particular deben estar informados y atentos con respecto a la presentación de los síntomas. Esta situación se debe a que los padres por lo general se acercan al pediatra de la familia ante las primeras preocupaciones. El pediatra también debe ser consciente de los factores de riesgo como la discapacidad intelectual y retrasos en el desarrollo de los hitos típicos. Además, un estudio reciente demuestra que los pacientes que han estado en una Unidad de Cuidados Intensivos neonatales tienen un riesgo particularmente alto de tener autismo.

Una serie de medidas para la detección precoz y el diagnóstico han sido publicados y están en diversas etapas de desarrollo. Las escalas que son específicas para los niños muy pequeños son necesarias, no intentar desarrollar ”una medida única que le quede a todos”. En segundo lugar, los instrumentos deben ir más allá de la medición de los síntomas centrales del autismo.

La investigación muestra una superposición notable entre los síntomas centrales del autismo, las conductas desafiantes, y algunos tipos específicos de psicopatología (por ejemplo, TDAH y los trastornos de ansiedad). Pruebas que cubren este conjunto más amplio de los síntomas deben ser emparejados con medidas ya establecidas de los hitos del desarrollo. Este enfoque es la mejor práctica para la identificación temprana y diagnóstico de autismo, en este momento, dado el conocimiento actual en el campo.

La Academia Americana de Pediatría recomienda un seguimiento general de desarrollo a los 9, 18 y 24-30 meses de edad. La identificación fiable del autismo antes del año de edad no se ha demostrado en la literatura empírica. El período de 18-24 meses tiene mucho mejor soporte empírico para el primer diagnóstico de autismo. Es un poco desconcertante sugerir que todos los niños deben ser examinados para ver si tienen autismo.

Los autores consideran que este  enfoque es un enorme desperdicio de recursos. Puesto que los padres saben que algo está mal desde el principio, y asumiendo que los pediatras también pueden detectar deficiencias marcadas en los hitos del desarrollo, los únicos niños que necesitan ser evaluados para el autismo son aquellos que manifiestan síntomas de bandera roja u otras variables de riesgo. Por lo tanto, los pediatras deberían evaluar entre un 5-10% de la población infantil. Además, las escalas de autismo deben estar orientadas a identificar a los niños con autismo de una población en riesgo, frente al total de la población de bebés y niños pequeños.

Matson JL, Rieske RD, Turect K. 2011. Additional considerations for the early detection and diagnosis of autism: Review of available instruments. Research in Autism Spectrum Disorders 5: 1319–132

Artículo original enviado por: Dra. Alexia Rattazzi

Foto: Edgar Barany C via Compfight