¿Qué pedimos esta Navidad? ¿Qué es lo que realmente necesitamos? ¿Sómos felices?
El tiempo de fiestas y cierre de actividades siempre parece ser la ocasión ideal para realizar balances, evaluar el año y fijar nuevas metas. “Ver el vaso medio lleno o medio vacío” es fundamental al momento de dar nuestro veredicto final.
Escuchamos decir reiteradamente que en la vida “todo es una cuestión de actitud”, y aunque hay bastante de cierto en esto, a veces medimos nuestros éxitos y fracasos con rigurosas varas que miden milimétrica y minuciosamente.
Vivimos en un mundo donde el 10 es excelente y el 0 no existe, donde el éxito es sinónimo de “más”, “mucho”, “mejor”, “ primero”, “más alto o más delgado”, “más caro”, “nuevo o el ultimo”, “más rápido, más bello, más joven” pero afortunadamente lo opuesto…..también existe.
Más allá de las exigentes varas que utilicemos y a pesar de nuestra voluntad, frecuentemente la vida se nos presenta de maneras misteriosas, a través de caminos no esperados, no deseados, desconocidos, inciertos, difíciles y hasta desafiantes.
Las familias que tenemos un hijo diferente, encontramos allí, un enorme desafío que nos pone a prueba y nos cambia las hojas de ruta que conducen a la felicidad.
¿La felicidad? Aquella que está en boca y cabeza de todos pero que no siempre entendemos bien que es, adonde buscarla, en que consiste ni como alcanzarla.
El famoso filosofo Aristóteles pensaba que la “eudaimonia” o la felicidad tal como hoy la entendemos, se aplicaba más apropiadamente no a ningún momento particular de la vida de una persona, sino a una vida entera que ha sido bien vivida.
Alguien dijo que la felicidad esta compuesta de pequeños momentos, instantes preciables que nos dan sentido y valen tanto la pena que nos motivan a enfrentarnos a nuestras batallas cotidianas, sean estas pequeñas o enormes.
Las personas que amamos a alguien con autismo llevamos brújula en mano y, al igual que los demás mortales, jamás perdemos el deseo de ser felices aunque eso implique flexibilizar al máximo nuestras varas y relativizar los éxitos o los fracasos “según se los mire”. Al fin y al cabo resulta que el autismo nos trae diversas dificultades pero también un sinfín de “super poderes” hasta ese momento desconocidos!
Nos permite mirar con otros ojos, ser capaces de reconocer los pequeños logros para elevarlos a categoría de enormes éxitos aunque resulten imperceptibles para otros, nos obliga a cambiar el orden de las cosas moviendo prioridades y desempolvando nuestra escala de valores, nos anima a vivir simple, livianos, genuinos, a ser más sencillos y prácticos. Nos enfrenta con nuestras debilidades pero sobre todo con nuestras fortalezas, nos hace más valientes y benévolos con nosotros mismos y con los demás.
Llegando la Navidad volvamos a ser niños y pidámosle a Papá Noel aquellas cosas que no se compran en el shopping, no llevan moño ni tarjetas pero valen más que el oro!… tal vez por fin descubramos que la felicidad este escondida en las pequeñas cosas.
- Acepta tus errores y desaciertos como partes naturales de tu crecimiento, mañana resultará mejor.
- Felicítate y festeja como loco cuando las cosas salgan bien…o simplemente salgan.
- Date permiso para estar feliz, esperanzado, triste, angustiado, cansado o enojado (cada emoción está allí con un propósito)
- Ocúpate más y preocúpate menos
- Piensa en el futuro sin perderte este presente, sin este presente no habrá futuro
- Atrévete a ocupar el primer lugar de la extensa lista de obligaciones (necesitas tu fuerza y tu energía para completar todos y cada uno de los ítems que siguen)
- Disfruta sin sentir culpa. Cuando disfrutas y tomas un respiro te sentís mejor con vos mismo y con todo tu entorno.
- Enséñale a otros a hacer lo que haces, de manera que puedan ayudarte cada vez más y entenderte cada vez mejor.