Un 3 de enero de 2011 nuestro hijo Iván comenzaba oficialmente su Programa Son-Rise®. Pasaron más de 7 años y 15000 horas de Programa dentro del Playroom Son-Rise®: una habitación en tu hogar, libre de estímulos y diseñada especialmente. Iván creció y pasó de ser un niño de 5 años a un preadolescente de 13. Nosotros llegamos a viajar miles de kilómetros para aprender, Iván llegó a trabajar hasta 10 horas diarias y con un Equipo de hasta 12 personas formado por nosotros sus padres, profesionales y muchos voluntarios sin experiencia previa.
Durante todos estos años y esas miles de horas trabajando intensamente y uno a uno hicimos lo que para muchos es una locura: unirnos a sus comportamientos repetitivos, sus estereotipias. Y lo hacíamos durante horas sin hacer otra cosa más que esperar a que él nos habilite, que nos diera su permiso para estar con él y enseñarle.
Como dice el dicho: “En la cancha se ven los pingos”. Cual fue el resultado de todo eso, 7 años más tarde? Las estereotipias se redujeron en cantidad y en tiempo de manera increíble. Comenzó a hablar (a pesar que nos habían dicho que no lo haría a los 5 años) y a ser cada día más flexible y social. Iván era de aquellos que golpean cosas. Su placer principal consistía en golpear puertas, paredes, muebles, y sobre todo ventanas y pantallas LED… (un día Iván golpeó 4000 veces esas superficies) todo por un tema sensorial (para nosotros no es un tema de conducta).
El aplicar The Son-Rise Program® a rajatabla durante todos estos años mostró su poder y sus resultados, esto es, avanzar en su desarrollo social que es justamente donde enfoca. El Modelo de Desarrollo que tiene el Programa tiene 5 Etapas. Nuestro hijo comenzó en la Etapa 1 y ahora está terminando la 3 y asomando la nariz a la 4. Completar la Etapa 5 significa prácticamente que no hay diferencia con un chico neurotípico. Algunos logran realmente pasar todas esas Etapas. No es ciencia ficción ni tampoco un milagro asegurado, simplemente la posibilidad EXISTE y es con trabajo duro que se avanza paso a paso.
El Programa Son-Rise® no es algo para tomar a la ligera. Siempre se dice que el Programa es para todos los niños pero no para todos los padres. Lleva un gran esfuerzo, dedicación, inversión, imaginación y capacitación para llevarlo con éxito. Pero hacerlo es maravilloso!
Tampoco es sencillo para los profesionales acercarse a esta metodología. Yo siempre digo que no es cuestión de títulos sino de actitud y aquellos que abrazan este Programa con pasión no lo sueltan. Es una metodología que va a contrapelo de TODO lo que generalmente se propone como tratamiento para el autismo y por ese motivo suele desmerecerse su trabajo a pesar de la existencia de muchos estudios científicos que avalan sus técnicas y eficacia (aunque para mí son más importantes los testimonios de los padres).
El Programa Son-Rise® tiene más de 40 años de experiencia, un Modelo de Desarrollo Social muy minucioso y técnicas específicas por el que miles de niños y adultos con autismo y sus padres vivieron y viven su experiencia. El Programa es acerca del optimismo, la felicidad y la aceptación (no resignación), de ver a tu hijo con otros ojos y no solo aceptarlo como es en ese momento de su desarrollo sino de creer que REALMENTE tendrá la posibilidad de hacer cosas increíbles (incluso aquellas que te parecen muy lejanas).
Tratamos a nuestro hijo de la manera en que consideramos al autismo. Y para nosotros el autismo es un desafío que nos hace crecer y ser mejores versiones de nosotros mismos, nos invita a cambiar nuestra manera de pensar y por eso consideramos a nuestro hijo una especie de “Maestro Particular” que tenemos en casa y que nos enseña todo el tiempo a vivir maravillados con las pequeñas Grandes cosas.
El Programa Son-Rise® requiere un cambio mental de nuestra parte, es fundamental la actitud y modificar creencias arraigadas durante años, todo para poder enfrentar a ese niño a solas en una habitación. Es una tarea muy excitante y llena de entusiasmo!
Gracias a este Programa pudimos darle otro significado al autismo de nuestro hijo y no solo lograr que él cambie sino también lograr modificarnos a nosotros mismos para poder transformarnos en una familia muy feliz.
Daniel Ocampo (Dany, “el papá de Iván”)