¿Cuál es el equilibrio entre cuidar y aceptar?¿Cómo calmar la ansiedad? ¿Cuánto hay de nosotros en ese apurar y cuánto es saber entender que el autismo nos invita a estar alertas y activos, pero no a ser los Fittipaldis del cuidado? ¿Qué pasa si por un segundo no cuidamos? ¿Qué nos perdemos si esperamos?
Una vez por mes tengo el enorme privilegio de encontrarme con un grupo de mamás, papás, tías, tíos y abuelas de Brincar en nuestros encuentros mensuales de familia. Hoy Jimena mamá de León y Soledad mamá de Matías propusieron un gran tema “Cuidate para cuidar”, Tan fácil leer estas palabras, pero qué dificil vivirlas. Algunos domingos cuando salgo con el auto y veo a esos domingueros en las mesitas de una confitería al sol, con el diario reposado sin leerlo, con los ojos cerrados, les susurro sin que me puedan escuchar, que lo disfruten, que lo sepan valorar, porque andar por la vida pudiendo cerrar los ojos y soltar es un enorme regalo.
¿Cuál es el equilibrio entre cuidar y aceptar? Tantas veces nos enredamos en la trampa de pensar que tenemos que estar estimulando todo el tiempo, como si fuéramos relojeros con relojes de cuerda, sin parar. Como si fuera una carrera contra el tiempo, con un autismo que se encarga de mostrarte, que si hay algo que no podés adelantar es la naturaleza. Esa biología, con esos tiempos únicos que sólo ella conoce. La misteriosa biología del autismo.
¿Cómo calmar la ansiedad como padres, que a veces no hacer no significa abandonar, ni ser resignados, sino aceptar que la vida tiene tiempos diferentes a los nuestros, diferentes a los que tenemos en nuestra cabeza? Esas creencias y expectativas siempre metiendo el palo en la rueda. ¿Cuánto hay de nosotros en ese apurar y cuánto es saber entender que el autismo nos invita a estar alertas y activos, pero no a ser los Fittipaldis del cuidado? ¿Qué pasa si por un segundo no cuidamos? ¿Qué nos perdemos si esperamos?
Cuidate para cuidar. En el avión nos avisan que si la cabina se despresuriza tenemos que ponernos los grandes la máscara de oxígeno primero, y después ayudar a los más chicos. Pero insistimos en hacer al revés, en vaciarnos de aire. Inmolarnos en vida no es la respuesta y qué facil caemos en el espiral de la culpa: “tengo que estimular 24 horas al día porque así le voy a ganar al autismo”. Esto no es una carrera. Tomar aire, respirar, y reconocer que al igual que yo, Ivan también necesita respirar y ser, simplemente. Sin que estemos apurados. Aceptando esta nueva forma de andar por la vida. Acompañando amorosamente, escuchando con el corazón abierto, porque en definitiva eso es lo importante, estar para el otro sin esperar que sea lo que necesitamos que sea. Porque como decía el Principito, es el tiempo que le dedicastes a tu rosa lo que la hace tan importante.
Carina Morillo